Esto sucedió el año 1982 en la Base Naval de Puerto Belgrano. Estábamos en los
calabozos de Campo Sarmiento, eran 4 en línea. Yo estaba en el primero, al lado
estaba Roberto Deleu, en el siguiente Darío González y en el último Carlos Vega.
Quien ha estado en calabozo sabe que uno no solo está encerrado todo el día, sin
nada que hacer, tampoco puede determinar ni cuando dormirá, cuando se alimentará
o beberá, cuando podrá usar los sanitarios, higienizarse. La dependencia es
total y absoluta con el guardia.
Era un día muy gris, húmedo, muy feo, plomizo, como para llover. El jefe de
Guardia era un Cabo Principal, ya no recuerdo el apellido, era un cordobés que
nos detestaba, nos odiaba. Siempre que le tocaba la guardia nos hacía las mil y
unas; nos mojaban el colchón y calabozo, no nos llevaban al baño, teníamos que
hacer nuestras necesidades allí adentro y limpiar como se pudiera.
Ese día se le ocurrió que no íbamos a tomar agua. A la mañana no nos entregó el
desayuno y no nos sacó al baño. Luego con el almuerzo nos dieron la comida pero
con el jarro de agua vacío y tampoco nos sacó al baño.
Pasaron las horas y empezamos a sentir sed, le pedimos agua pero no nos quiso
dar nada. A la tarde la sed ya era insoportable, le dijimos que teníamos mucha
sed, que no aguantábamos.
El se paró en el pasillo de la guardia que daba a todos los calabozos con los
brazos en jarra, nos miró. Me miró fijo a mí, que estaba asomado por la reja de
la puerta pidiendo agua y me dijo “¿Sabe que? Dígale a Jehová que le de agua, a
ver qué hace…”
En ese momento explotó el cielo, se oyó un trueno terrible y empezó a llover
torrencialmente, caía una cortina de agua que no permitía ver nada.
Como lo estaba mirando por la ventana del calabozo, vi que el Cabo Principal se
sorprendió, se puso blanco, se le transformó la cara, nos miraba a nosotros y se
notaba que se pegó un gran susto. De inmediato se dio la vuelta y se retiró a la
Sala de Guardia, oímos que ordenó que nos entreguen agua.
Es mas, como llovía tanto ya habíamos saciado la sed porque sacamos los jarros
de agua que nos habían entregado vacíos por la ventana del calabozo y tomamos
agua de la lluvia.
Lo llamativo y en verdad no sé que pasó o el por qué, pero el resto del tiempo
que estuvimos en esa base no volvimos a ver nunca mas en la guardia a ese Cabo
Principal.