Objetores de conciencia en Argentina

Relatos: La incorporación

El día previo a la incorporación.
HEREDIA, Alberto Alejandro, Clase 1961.


Así fue mi día previo a la incorporación: Muchos nervios a lo “desconocido” aún a pesar de tener testimonios cerca mío al estar cerca de Magdalena y conocer muchos casos.

Esos días me leí casi toda la Biblia y me “memoricé” todo el libro “Razonamiento”, especialmente la sección de ” Neutralidad Cristiana”.

Todos los textos, mucha oración y conversación de ánimo con mi mejor amigo en la congregación, un anciano, que a pesar de la diferencia de edad, éramos muy compinches, Roberto Fernández (conocido actor de esta etapa para muchos).

Me preparé 2 bolsos, uno con ropa de verano/ otoño y otro con ropa de invierno, se comentaba mucho sobre los destinos al sur .y así fue en mi caso.

Recomendé a mi padre que me acompañe ese día al distrito militar La Plata y averigüe dónde me enviarían.

Cuando esa mañana del 18 de marzo del 1980, tras una interminable espera nos hicieron subir a los colectivos, yo miraba esperanzado por la ventanilla a ver si aparecía mi viejo con algún dato. Y se dió justo antes de arrancar viaje, lo ví venir, lo llamé con medio cuerpo afuera de la ventanilla para que me vea (éramos cientos de pibes en 8 – 10 colectivos de larga distancia y gentíos caminando).

Se me acerca corriendo y me dice: “Hijo te llevan para el sur… cuando averigüe donde es nos comunicamos por carta si no la requisan y cuando llegues vos si podés me mandas una carta…”, y me alcanzó un bolso con ropa de abrigo.

Arrancaron los ómnibus, eran los usados para llevar las delegaciones de fútbol en el Mundial 78, propiedad del ejército en 1980. Y de La Plata fuimos a Capital. Al día siguiente del Palomar en avión al sur. Ya en camino abrí el bolso y los salvajes que me acompañaban vieron una campera gruesa de abrigo y me empezaron a cargar: “Ponete la campera dale” (hacia 30° C ese 20 de marzo del 80). Yo dije…“el que ríe último ríe mejor…”

Cuando bajamos del avión en Comodoro Rivadavia hacía un grado bajo cero, me puse la campera y los que me cargaron se pillaban de frío solo con remeritas.