Cuando me incorporaron, el año 1983, mi destino fue el Batallón de Ingenieros 9 Zapadores de Río Mayo, Chubut, era el único testigo de Jehová, incluso me llevaron al campo de vivac.
Estando en la enfermería del campo llegó la fecha de la conmemoración y me angustiaba no poder estar con los hermanos, veía la luna llena entre las montañas y le oraba a Jehová porque ni siquiera podía tener una Biblia.
En eso entró un Sargento totalmente ebrio que pretendía que lo saludara “mi sargento”, al no acceder y tratar de explicarle mi postura, sacó furioso de su bolsillo una Biblia chiquita, esa de los gedeones y me increpó diciendo que allí decía que debía obedecer a las autoridades. Me la dió y se fue como pudo tambaleándose.
Así que esa noche pude leer el relato de la última cena y le agradecí a Jehová por su regalo.
Meses mas tarde el Sargento vino a reclamarme la Biblia.